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miércoles, 27 de enero de 2016

Reseña de “Tantas Mentiras” de Paco Inclán



TÍTULO: Tantas Mentiras
AUTOR: Paco Inclán
EDITORIAL: Jekyll & Jill

SINOPSIS
Un esperpéntico secuestro en una cafetería de Bogotá, un paranoico espionaje a tres excarpinteiros en una parroquia gallega, un hotel en la frontera colombo-ecuatoriana, un festival de cine en el Sáhara, un acto zapatista en el Zócalo del D. F., una encrucijada en la embajada de Corea del Norte en México. Son algunos de los escenarios en los que transcurren los relatos de Tantas mentiras. Textos escritos desde los márgenes, donde el narrador, con propósitos hilarantes pero consecuencias trágicas, se ofrece al lector como un observador metomentodo de circunstancias aparentemente insignificantes. El resultado es la crónica fragmentada del encuentro entre las propias vivencias del narrador y las vicisitudes de sus prójimos —tan extraños como cercanos— con los que se va encontrando en su obstinado deambular. «¿Cómo otorgar coherencia a los copiosos absurdos de la vida?», se pregunta el escritor Juan Villoro. En Tantas mentiras se trata de buscar respuesta para huir —o refugiarse en un baño— cuando se está a punto de resolver el enigma; apología de la contradicción como única forma de integridad. Relatos ceñidos a los acontecimientos narrados, incluidas las partes fantasmagóricas que deforman su recuerdo. Una capa de realidad por la que invitamos a los lectores a pasear. Y ríase quien pueda.
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OPINIÓN
“Tenga cuidado con las apariencias, a veces no engañan”.
Tantas Mentiras de Paco Inclán es la primera novela de la editorial Jekyll & Jill que cae en mis manos y ya puedo decir que, si siguen apostando de esta manera por la originalidad y las letras con significado, me voy a convertir en una de sus lectoras más fieles.
“Paradójicamente, el primero en perder los nervios ha sido un monje budista que, en inglés tibetano, ha soltado una serie de improperios que no he logrado entender del todo”.
Como reza el subtítulo de la obra: se trata de una antología que recopila “doce actas de viaje” y la “primera novela” del autor. Todo hay que decir, que a Inclán hay que leerlo entre líneas y buscar el doble sentido a sus juegos lingüísticos. Sí, nos habla de viajes físicos alrededor del globo, pero también de viajes morales, históricos, sociales e incluso antropológicos.
“Trabajo, me pagan por ello, en lo que he hecho toda la vida: beberme los bares, departir con sus feligreses, pero esta vez embadurnado de la retórica postmoderna del arte”.
La ironía es uno de los puntos clave del libro, un tono de humor un tanto sarcástico y negro que hace hincapié en la realidad que obviamos, así como en los propios vicios y defectos. Nos encontramos ante una recopilación de realidad cómica que nos muestra la crueldad de la indiferencia, el juego de la política, las dobles caras de un mismo rol y la humanidad en estado puro.
“No me hubiesen creído si les hubiese contado las verdaderas razones de mi presencia en su asamblea: esa fascinación por asuntos raros que me obligaba a introducirme por enrevesadas grietas para explorar universos que corren bajo la superficie de la cotidianeidad de las grandes urbes”.
El autor/protagonista-narrador se convierte en un trotamundos, en un vagabundo artístico o poeta sin patria, que desnuda la sordidez de las mentiras que nos tragamos a diario y la belleza de la cruda existencia.
“Creo que temen que, si les junto, averiguaré lo que no quieren contarme, pero a la vez sí quieren que lo intuya, es extraño. Esconden algo, lo sé. Como también sé que tal diarrea mental no podré compartirla con nadie”.
Una lectura que me ha hecho viajar por el globo, el tiempo y las “culturas”. Vida y pensamiento de un autor que me ha hecho reír y pensar: “¿Cómo se le ocurre meterse ahí?”.
“El estado en el que me encuentro altera la realidad para presentármela fea, monstruosa, más si cabe. Las escenas amables me resultan inusuales (…). Las desgastadas relaciones fronterizas brotan sobre el escenario: los refugiados colombianos acusan a los ecuatorianos de malos tratos, los ecuatorianos a los colombianos de haber extendido sobre su territorio la violencia e inseguridad del conflicto”.
Por supuesto, como ya habréis imaginado, la crítica social se siente en cada página, pero sin resultar cargante o moralista, simplemente es la visión de alguien que hace su trabajo rodeado de la vida, tal cual se presenta, relatándola con sus propios enigmas y giros dramáticos.
“El compromiso político de su propuesta acabó convertido en pieza teatral por unos seguidores que, olvidándose del fondo, se centraron en las formas (…). El mensajero acalló el mensaje como en La Vida de Brian, de los Monty Python, cuando el protagonista implora a sus fieles desde el balcón: <<No tenéis que seguirme, tenéis que aprender a pensar por vuestra cuenta>> y ellos contestan al unísono: <<No tenemos que seguirte, tenemos que aprender a pensar por nuestra cuenta>>”.
Entre los doce relatos, quiero destacar tres: ‘Lago agrio, Nevermore’, en el que el peligro tiene cara de vagabundo y la vida ronda los doce años; ‘Algo que contar’, historieta en la que muchos escritores vemos reflejada esa fiebre por encontrar la historia, “Tumbado en la cama, siento unas irrefrenables ganas de observar lo que me estoy imaginando”; y ‘Me confunden con un animal’, un relato filosófico sobre la naturaleza del hombre, sobre el arte y sus construcciones dialécticas, “Clavo la mirada en la del niño, que, agazapado en el trasero de su madre, me observa asustado pero con curiosidad, como si fuera la primera vez que viera a un hombre en su estado natural”.
Finalmente, quiero aplaudir la originalidad de la presentación, pues cada acta viene acompañada por su mapa, y la primera novela del autor se presenta dentro de un relato, en formato de pequeño libro, convirtiéndose en una historia metaliterária, en la que una nueva historieta –‘Epílogo. Proceso de (des)escritura de mi primera novela’-, nos muestra cómo el autor redactó, revisó, des-escribió y creó la que recibe el título de “primera novela”.
“La autoedición, que tradicionalmente se entiende como el acto de costearse la publicación de un libro, debería ser también concebida como esto mismo: el acto de tacharse, eliminarse, cuestionarse”.
Una obra recomendada a todos aquellos que tengan ganas de algo distinto, a quiénes disfruten de crónicas y ensayo, y también para aquellos que les apetezca reírse de sus propias miserias.
“Me confundieron con un hombre. Y eso, créanme, sí que es la primera vez que me sucede”.

¿Quieres leer más? http://www.laodiseadelcuentista.blogspot.com 

Isabel del Río
Noviembre 2015


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